La innovación y el desarrollo son dos conceptos que han acompañado durante los últimos años al sector tecnológico y electrónico. Y es que en un periodo relativamente corto de tiempo hemos incorporado en nuestras vidas una infinidad de electrodomésticos y aparatos que nos facilitan procesos diarios y habituales que antes nos suponían más tiempo, dinero y esfuerzo. Y es que si podemos resumir en uno, el objetivo global de todos los esfuerzos del progreso electrónico, sin duda es: ahorrar en esfuerzo, tiempo y/o dinero. Por eso, no es de extrañar que cada año, las nuevas generaciones de electrodomésticos se presenten como soluciones más rápidas, con más accesorios, más compatibles y, en definitiva, que consigan facilitarnos todavía más, la vida.
Y centrándonos en los electrodomésticos del hogar, podemos decir que actualmente destacan por ir mejorando año tras año su eficiencia energética para ser más sostenibles y menos contaminantes. Un objetivo concreto de las lavadoras, neveras, microondas, etc., es que sigan haciendo las funciones esenciales pero de forma más económica. Este factor de ahorro se vuelve todavía más importante en un escenario de inflación económica como el actual, en el que las familias están constantemente buscando formas diversas de ahorrar en sus facturas.
Por eso en este artículo nos gustaría centrarnos en uno de los electrodomésticos que más consume y más quebraderos de cabeza provoca en las familias: los frigoríficos. Como ya comentamos en uno de los anteriores artículos, este es el electrodoméstico que más porcentaje del consumo mensual abarca, alrededor del 55% . Por eso, es importante saber cuántos watios tiene un frigorífico para poder valorar si se trata de una opción eficiente que se ajuste a tus necesidades.
En qué consiste y cómo interpretar las nuevas etiquetas de eficiencia energética
Lo primero que deberíamos entender, si queremos saber cuántos watios tiene un frigorífico, es las especificaciones técnicas de este electrodoméstico. Estas se pueden encontrar de forma sencilla en las etiquetas de eficiencia energética de la Unión Europea. Seguramente te sonarán de haberlas visto en los mismos frigoríficos o en cualquier otro electrodoméstico ya que, según la Directiva 92/75EC, se estableció este etiquetado obligatorio el cual debe permanecer visible en todo momento.
Estas etiquetas muestran de forma resumida y muy clara la eficiencia energética, el consumo, el modelo, la marca y, en definitiva, toda la información técnica importante a tener en cuenta sobre el electrodoméstico en cuestión. Por eso, es importante saber interpretarlas. Ya que son la única manera de hacerte una idea del consumo que dicha nevera te supondrá.
Recientemente estas etiquetan han sufrido una ligera modificación y, actualmente, podrás encontrar esta información:
● Clasificación eficiencia energética por colores y letras
La clasificación principal y más evidente que veremos en las etiquetas son las letras y los colores: A (verde), B (verde), C (verde), D (amarillo), E (naranja), F (naranja) y G (rojo). Las clasificaciones de la A a la C tienen un color verdoso porque son las opciones más eficientes, económicas y ecológicas. La clasificación D que tiene asociado el color amarillo, que se entiende como un electrodoméstico ni bueno ni malo en términos energéticos. A partir de la D, es decir, las etiquetas E, F y G, tienen asociado un tono naranja-rojizo, que están consideradas las opciones más ineficientes, costosas y contaminantes.
Cabe resaltar que, con este nuevo etiquetado, actualmente no encontraremos ningún electrodoméstico con la marca “A”. Y es que después de la última adaptación, quisieron dejar esta primera clasificación descubierta para que las nuevas propuestas innovadoras en electrodomésticos puedan entrar en el mercado con esta clasificación.
● Código QR
Todas las etiquetas, como novedad, llevarán un código QR para que los compradores puedan acceder de forma sencilla y rápida a más información y detalles importantes del electrodoméstico en cuestión. Dicho código se redirige a la base de datos EPREL (registro europeo de productos para el etiquetado energético) por sus siglas en inglés. En esta base se podrá consultar, además de la etiqueta energética, otros valores de interés como dimensiones totales, temperaturas máximas y mínimas a las que puede funcionar, tipo de iluminación interior, garantía, etc.
● Consumo anual de energía
En la etiqueta, otro dato que veremos de forma clara es el consumo anual de energía. En este caso estará reflejado en kWh. Esta cifra puede ser, por ejemplo, 77 kWh al año. Esta cifra puede que no signifique nada para la mayoría de nosotros, así que lo ideal es que hagamos un cálculo rápido para hacernos una idea de cuánto nos puede costar. El cálculo sería 77 kWh dividido entre 365 días al año, que nos da como resultado 0,210 kWh de consumo en un día. Después, esos 0,210 kWh deberemos multiplicarlo por el precio de luz para saber cuántos watios tiene un frigorífico encendido las 24 horas.
Pero si lo tuyo no son las operaciones matemáticas, puedes simplemente comparar el consumo anual de, por ejemplo, tu electrodoméstico antiguo con el que quieres comprar o con otros frigoríficos que te estés planteando adquirir.
● Capacidad total del frigorífico y decibelios
Además, dependiendo del electrodoméstico, en la parte inferior encontrarás distinta información. Por ejemplo, en los frigoríficos verás la capacidad total de litros o los decibelios; en cambio, en las lavadoras verás la capacidad en kg, el gasto de agua en Litros o los decibelios.
¿Cuándo debería cambiar mi frigorífico?
Sabiendo leer e interpretar bien la etiqueta de eficiencia energética, ya podrías hacerte una idea de cuántos watios tiene un frigorífico. Pero después de conocer el consumo de tu frigorífico, seguramente lo siguiente que te empezarás a preguntar es ¿Cuándo debería cambiar mi nevera?.
Lo ideal y lo recomendado es cambiar tu frigorífico a los 10 años más o menos para que puedas ahorrar más tu factura eléctrica y puedas ser más sostenible. No obstante, si empiezas a notar algunos de los siguientes síntomas de ineficiencia, también deberías plantearte hacer una inversión para ganar en calidad y economía:
- Condensación en el interior de la nevera: Esto lo verás en forma de gotas que se concentran en las gomas de las puertas o en el interior de los cajones de la nevera. Esto nos dice que la nevera no está respondiendo bien a los niveles de aclimatación óptimos para resguardar los alimentos.
- Mala conservación de los alimentos: Relacionado con lo anterior, también puede verse comprometida la conservación de verduras, frutas o comida que antes podía estar en buen estado una semana o más. Si ves que la comida fresca empieza a dañarse en tres o cuatro días, puedes plantearte hacer un cambio.
- Motor sobrecalentado:El motor trasero de las neveras siempre es la zona que más calor emite. No obstante este calor no debería ser excesivo. Si ves que se sobre calienta o que emite más calor del habitual, también nos está dando una alerta de la poca eficiencia que empieza a tener.
- Los decibelios aumentan o disminuyen:los frigoríficos están pensados para emitir un nivel concreto de decibelios. Esto es por el compresor que sí o sí va a emitir ruido. En este caso si no suena en absoluto es porque está estropeado y debemos cambiarlo, en cambio si ves que empieza a hacer más ruido del habitual también significa que el compresor está sobrecargado. En cualquiera de los dos casos, deberías plantearte un cambio.